Una cruz hecha con tiritas y un poco de perejil

Cómo pasa el tiempo. Teníamos que ponerte en el ombligo una especie de cruz hecha con dos tiritas con un poco de perejil, meterte una fanta y una cocacola en un petate militar y  un pedazo de bocadillo de tortilla y otro de bonito con mayonesa para merendar.

Tu sitio era la segunda fila detrás del conductor y por favor, ventanilla. Siempre con tu chaleco alcolchado color naranja butano, por sí las moscas.

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Hoy vuelas solo, vuelas tan alto, tal alto, hijo. Vas de Viaje de Estudios  a Marinador, Ciudad de Vacaciones, con esas botas del cincuenta y tres. Dices que no llore, que no me ponga melodramática, que no te llame que ya te conectarás cuando puedas, que total son catorce días, un día, dos horas y 59 segundos. que con vosotros van los de siempre, siempre vestidos de blanco, menos el “Ball”.
 Tengo transtornos gastrointestinales sólo de pensar que vuelas solo. No te acerques mucho al Sol, hijo¡ no ves lo que le ha pasado a Ícaro, haz caso a tu padre, Dédalo.

 Me da por llorar y reir a la vez, con lo que asombro a propios y extraños.  Me pondré una cruz de tiritas con un poco de perejil.
De vuelta del aeropuerto voy a casa y miro el muñeco que te regalé cuando solo contabas con dos años, uno osito amoroso que llamabas Pipo. Pipo es mi primo-gitano decías. Él está acostado en la cama y tú ahora mismo en el cielo.
Tengo una llamada perdida, serás tú? no es  el 1144 me regalan 400 puntos y puedo adquirir a un módico precio un guashap o un esmarfon. Lo consultaré con la almohada.