lunes, 21 de febrero de 2011

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Increíble pero cierto. Es más hay gente que reconoce que además metería una cabra, gallininas, ovejas, un gochín y su collacio el gochu asturcelta. Bien es verdad que estos animales morirían de vieyos porque la dueña es una acérrima vegetariana. Es más va a una espicha y lo primero que se fija es si la comida es apta para vegetarianos, no sé para quién porque luego que ricos estan los chorizos a la sidra.
Otra gente quiere un burrín, pero es más bien un sentimiento algo espiritual. El burro no lo ubica en ningún sitio, es un burro metafísico. Le inspira ternura, compresión, es muy ponible y apretable. La mejor descripción: "Platero "(Juan Ramón Jiménez)
Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: «¿Platero?», y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita de miel...
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra. Cuando paso sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:
—Tien' asero...
Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.

Continuará...

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