La Abandonada

Mis padres me decían que yo no era su hija. Ellos eran mis padres adoptivos. Me habían recogido en una canastilla como a Moisés. Mi madre, no me había depositado en la orilla del Nilo sino más bien junto al felpudo que anunciaba mi llegada “Welcome”.
Yo siempre desconfíe de esta historia y pensaba -mañana ordeno la habitación. Pero a mí me gustaba el desorden, tener todo al alcance de mi mano y esto significaba no guardar los juguetes, los disfraces ni las zapatillas. Así que los cacharritos, las barriguitas y el parchís, se fueron desvaneciendo en bolsas de basura por las orillas del Nilo.
Había nacido sin duda con estrella y uno de mis dones era que todo lo que tocaba no se convertía en oro como le ocurría al rey Midas, sino que se rompía o desaparecía. Una de mis aficiones era la de revolver todos los cajones y armarios, que para mí estaban prohibidos. Así que pronunciando las palabras mágicas “Ábrete Sésamo” aparecían ante mí los secretos más ocultos de la casa, como el día que llego a mis manos el libro de familia.
La historia de mi origen era marrón plastificada y con olor a moho. Mi corazón acompañaba tal acontecimiento con un redoble de timbal y mis manos pasaban rápidamente las hojas, mis ojos pasaban rápidamente las letras y mi cerebro proceso las palabras ABANDONADA. Cerré el libro y cerré los ojos que se abrieron para llorar. Los siete años de mi vida pasaron en una fracción de segundo, la plastilina, la playa, la comba y tres marinos a la mar y otros tres en buscan van.
Abrí de nuevo el libro, leí mi nombre y las palabras que lo acompañaban eran “abonada por asignación…”en una fracción de segundo mi vida cambió por unas letras.